No, no es que me hayan vuelto a echar de un Zara porque mi barrigón no entre en nada de lo que venden y porque no me sirven ni sus calcetines... Como decía Obelix "Yo no estoy gordo, sólo un poco rellenito".
A petición de algunos nuevos amigos de Twitter, que por cierto han leído mi blog y me han abrumado con sus críticas constructivas y un considerable aumento en el número de visitas, ahí va una propuesta carposo-ecológica.
Las legislaciones siempre hablan de tallas mínimas de peces y tolerancias máximas de capturas; osease, el tamaño mínimo que deben tener los ejemplares y la cantidad de kilos o ejemplares de ellos que se pueden pescar en un determinado periodo de tiempo de una determinada especie, por persona, barco, caladero, etc.
Vaya por delante que en el carpfishing (el carposo, al menos) el captura y suelta es, más que religión, beticismo (¡olé!). Pero hablemos de cualquier otra especie, que a mi me gusta comer pescado a menudo.
Bueno, pues sin ser ningún experto de nada, más al contrario, me atrevo a proponer un concepto adquirido tras algunas lecturas y varias charlas cerveza en mano con muchos otros carposos más expertos que yo: Hay que proponer tallas máximas legales, a ser posible de cualquier cosa que sea pescable, con urgencia. La idea no es nueva, ni soy el primero en tratarla.
Desde siempre hemos hablado de cuidar los inmaduros, “¡pezqueñines, no gracias!” como una muestra de sentido ecológico y conservacionista; pero en realidad, la base de no pescar peces pequeños no es tanto la conservación, como evitar el “desperdicio” que supone el no dejarlo crecer hasta una talla más adecuada, económicamente, para su consumo; “¡debes dejarlos crecer!” que decía la campaña.
Pero entonces ¿Qué hacer para conseguir la conservación de las especies de peces? Pues lo que vengo a defender no es la captura de inmaduros, ojo, sino el que hay que tener una “población de explotación” (suena horrendo, pero se llama así) de cada especie, que serán los peces que estén dentro de unas tallas mínimas, pero sobre todo también máximas.
¿Que porqué?, pues muy sencillo: Si asumimos que un pez hembra de determinada especie produce siempre un porcentaje de su peso constante en huevas cada año (el 15%, por ejemplo), y que cada kilo de huevas contiene un número constante de huevos que darán lugar a un número constante de nuevos ejemplares que alcancen la madurez, esta tesis no tiene sentido... El resultado de la puesta de una carpa de 15 kilos y la de tres carpas de 5 sería en teoría idéntico.
Pero tate que aquí llegamos a nuevos descubrimientos, en especial tras estudios de especies en extinción o que han pasado por un periodo de amenaza, como el atún rojo y los mismos esturiones de los que he escrito ya: Resulta que una hembra madura de estos peces incrementa el porcentaje de su peso en huevas cada año, y en la comparación anterior ya empieza a ganar la carpa de 15 en un factor meramente cuantitativo: Hay más huevas y por ello más peces...
Además se descubre que también aumenta con la edad y la madurez la “viabilidad” de las puestas: Por un lado porque la calidad de las huevas es mejor en la madurez, por otro porque en algunos casos (black bass por ejemplo...) la experiencia y el tamaño del pez le hace lograr una fecundación más eficiente, elaborar y defender mejor el nido etc. y por tanto más alevines llegarán a adultos
Y luego, especialmente los carposos, hemos empezado a valorar el factor cualitativo: Siempre se ha hablado de peces de determinados embalses o lagos que son inmensos pero que “no pican”... Hace poco leí este interesante artículo de “Carpology” (en mi opinión la mejor y más técnica revista de carpfishing, editada en el Reino Unido...) que se llama algo así como “¡Te hacíamos muerta!”, y que describe varios peces que sólo han sido capturados en un par de ocasiones en largos lapsos de tiempo, o incluso ninguna vez desde que se introdujeron en determinadas aguas, pero que siguen siendo vistos por los pescadores del lugar, que no saben cómo engañarles. No estaba muerta, que estaba de parranda... Yo mismo, con el compañero mostachón y carposo Josema Galindo, he encontrado recientemente una carpa, un nuevo Némesis, en un pequeño embalse andaluz. La hemos visto, sabemos que está ahí, es enorme... y no come nada que le pongas, la madre que la parió.
Pues bien, al menos a nivel puramente genético, por todo lo anterior defiendo que los peces de mayor edad están sin duda mejor equipados para sobrevivir, son más inteligentes, más fuertes, más desconfiados, están mejor alimentados... Si eres carposo, en busca de grandes especímenes, bien sabes lo que digo, y que eso de que los peces no tienen algún modo de inteligencia y de memoria es una monumental tontería.
Bueno, pues en pura lógica, las crías de estos grandes reproductores -si Mendel llevaba razón, que creo que sí a pesar de la estupidez humana últimamente- “mejorarán la especie”, haciéndola a la larga más viable, más resistente a la presión de pesca y en definitiva más fácil de conservar.
La conclusión lógica es que el daño que se hace al futuro de la población de una determinada especie, por ejemplo ahora el atún rojo, matando un ejemplar de un kilo, es muchísimo menor que si la víctima del pescador es un gran espécimen de 300 kilazos. Curiosamente, sobre todo si hablamos de pesca deportiva, por lo primero la multa es segura, si te cogen, y por lo segundo lo seguro es la felicitación y unas buenas fotos con un pez enorme colgando por la cola al llegar a puerto.
Tras el ejemplo del atún, aplicable a cualquier otro pez, algunos han empezado a defender que lo que se debe buscar entonces es una talla legal mínima y otra máxima, que definan la población de explotación, y que se puede revisar con cierta temporalidad. De modo que ni se pescan inmaduros, ni tampoco grandes reproductores, garantizando de una forma mucho más eficaz la viabilidad de las poblaciones, la estabilidad de las pesquerías, etc. En un contexto como este, los ejemplares que alcancen la talla máxima y lleguen a grandes reproductores, serán sin duda los más selectos, los mejores... y mejorarán la especie más aún.
Pues tras pensar mucho en muchas carpas esquivas, en qué hacen para sobrevivir, qué comen y por dónde se mueven... yo no puedo estar más de acuerdo. Lo de las tallas máximas es algo que se impone imponer, por el bien de todos, incluidos especialmente los peces... Carposos del Mundo, uníos a mi letanía:
(Permitidme que me ponga la voz de Juan Echanove cuando hizo el
“Sargento Arensivia”)
-¡Espartanos!
-¡AU! ¡¡AU!! ¡¡¡AU!!!
- Presenteeeeen medios de "divurgasión"... ¡AR!
- Vistaaaaaaaaaalfrente "cagonmicalaveraaaa"... ¡AR!
- A defender las tallas máximas enla Ley cuanto anteeeeeees... ¡AR!
- Al que pillen con un pez de más de x en el coche que le metan un paquete grandeeee... ¡AR!
A.
A petición de algunos nuevos amigos de Twitter, que por cierto han leído mi blog y me han abrumado con sus críticas constructivas y un considerable aumento en el número de visitas, ahí va una propuesta carposo-ecológica.
Las legislaciones siempre hablan de tallas mínimas de peces y tolerancias máximas de capturas; osease, el tamaño mínimo que deben tener los ejemplares y la cantidad de kilos o ejemplares de ellos que se pueden pescar en un determinado periodo de tiempo de una determinada especie, por persona, barco, caladero, etc.
Vaya por delante que en el carpfishing (el carposo, al menos) el captura y suelta es, más que religión, beticismo (¡olé!). Pero hablemos de cualquier otra especie, que a mi me gusta comer pescado a menudo.
Bueno, pues sin ser ningún experto de nada, más al contrario, me atrevo a proponer un concepto adquirido tras algunas lecturas y varias charlas cerveza en mano con muchos otros carposos más expertos que yo: Hay que proponer tallas máximas legales, a ser posible de cualquier cosa que sea pescable, con urgencia. La idea no es nueva, ni soy el primero en tratarla.
Desde siempre hemos hablado de cuidar los inmaduros, “¡pezqueñines, no gracias!” como una muestra de sentido ecológico y conservacionista; pero en realidad, la base de no pescar peces pequeños no es tanto la conservación, como evitar el “desperdicio” que supone el no dejarlo crecer hasta una talla más adecuada, económicamente, para su consumo; “¡debes dejarlos crecer!” que decía la campaña.
Pero entonces ¿Qué hacer para conseguir la conservación de las especies de peces? Pues lo que vengo a defender no es la captura de inmaduros, ojo, sino el que hay que tener una “población de explotación” (suena horrendo, pero se llama así) de cada especie, que serán los peces que estén dentro de unas tallas mínimas, pero sobre todo también máximas.
¿Que porqué?, pues muy sencillo: Si asumimos que un pez hembra de determinada especie produce siempre un porcentaje de su peso constante en huevas cada año (el 15%, por ejemplo), y que cada kilo de huevas contiene un número constante de huevos que darán lugar a un número constante de nuevos ejemplares que alcancen la madurez, esta tesis no tiene sentido... El resultado de la puesta de una carpa de 15 kilos y la de tres carpas de 5 sería en teoría idéntico.
Pero tate que aquí llegamos a nuevos descubrimientos, en especial tras estudios de especies en extinción o que han pasado por un periodo de amenaza, como el atún rojo y los mismos esturiones de los que he escrito ya: Resulta que una hembra madura de estos peces incrementa el porcentaje de su peso en huevas cada año, y en la comparación anterior ya empieza a ganar la carpa de 15 en un factor meramente cuantitativo: Hay más huevas y por ello más peces...
Además se descubre que también aumenta con la edad y la madurez la “viabilidad” de las puestas: Por un lado porque la calidad de las huevas es mejor en la madurez, por otro porque en algunos casos (black bass por ejemplo...) la experiencia y el tamaño del pez le hace lograr una fecundación más eficiente, elaborar y defender mejor el nido etc. y por tanto más alevines llegarán a adultos
Y luego, especialmente los carposos, hemos empezado a valorar el factor cualitativo: Siempre se ha hablado de peces de determinados embalses o lagos que son inmensos pero que “no pican”... Hace poco leí este interesante artículo de “Carpology” (en mi opinión la mejor y más técnica revista de carpfishing, editada en el Reino Unido...) que se llama algo así como “¡Te hacíamos muerta!”, y que describe varios peces que sólo han sido capturados en un par de ocasiones en largos lapsos de tiempo, o incluso ninguna vez desde que se introdujeron en determinadas aguas, pero que siguen siendo vistos por los pescadores del lugar, que no saben cómo engañarles. No estaba muerta, que estaba de parranda... Yo mismo, con el compañero mostachón y carposo Josema Galindo, he encontrado recientemente una carpa, un nuevo Némesis, en un pequeño embalse andaluz. La hemos visto, sabemos que está ahí, es enorme... y no come nada que le pongas, la madre que la parió.
Pues bien, al menos a nivel puramente genético, por todo lo anterior defiendo que los peces de mayor edad están sin duda mejor equipados para sobrevivir, son más inteligentes, más fuertes, más desconfiados, están mejor alimentados... Si eres carposo, en busca de grandes especímenes, bien sabes lo que digo, y que eso de que los peces no tienen algún modo de inteligencia y de memoria es una monumental tontería.
Bueno, pues en pura lógica, las crías de estos grandes reproductores -si Mendel llevaba razón, que creo que sí a pesar de la estupidez humana últimamente- “mejorarán la especie”, haciéndola a la larga más viable, más resistente a la presión de pesca y en definitiva más fácil de conservar.
La conclusión lógica es que el daño que se hace al futuro de la población de una determinada especie, por ejemplo ahora el atún rojo, matando un ejemplar de un kilo, es muchísimo menor que si la víctima del pescador es un gran espécimen de 300 kilazos. Curiosamente, sobre todo si hablamos de pesca deportiva, por lo primero la multa es segura, si te cogen, y por lo segundo lo seguro es la felicitación y unas buenas fotos con un pez enorme colgando por la cola al llegar a puerto.
Tras el ejemplo del atún, aplicable a cualquier otro pez, algunos han empezado a defender que lo que se debe buscar entonces es una talla legal mínima y otra máxima, que definan la población de explotación, y que se puede revisar con cierta temporalidad. De modo que ni se pescan inmaduros, ni tampoco grandes reproductores, garantizando de una forma mucho más eficaz la viabilidad de las poblaciones, la estabilidad de las pesquerías, etc. En un contexto como este, los ejemplares que alcancen la talla máxima y lleguen a grandes reproductores, serán sin duda los más selectos, los mejores... y mejorarán la especie más aún.
Pues tras pensar mucho en muchas carpas esquivas, en qué hacen para sobrevivir, qué comen y por dónde se mueven... yo no puedo estar más de acuerdo. Lo de las tallas máximas es algo que se impone imponer, por el bien de todos, incluidos especialmente los peces... Carposos del Mundo, uníos a mi letanía:
-¡Espartanos!
-¡AU! ¡¡AU!! ¡¡¡AU!!!
- Presenteeeeen medios de "divurgasión"... ¡AR!
- Vistaaaaaaaaaalfrente "cagonmicalaveraaaa"... ¡AR!
- A defender las tallas máximas enla Ley cuanto anteeeeeees... ¡AR!
- Al que pillen con un pez de más de x en el coche que le metan un paquete grandeeee... ¡AR!
A.
2 comentarios:
A sus órdenes mi carposo!
Cago en las tres serpientes venenosas... Como me soliviantes a la tropa te voy a tener arrestao hasta que acabes la mili!!!!
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